con impotencia y desesperación. Los propietarios de los pisos superiores de Manhattan podrían, en cambio, visitar a sus vecinos en góndola y practicar surf o esquí acuático sobre los árboles sumidos de Central Park. Estos vaticinios, rigurosamente científicos, imponen desde ahora la adopción de una estrategia a largo plazo destinada a sortear, adelantarse y sacar partido al curso inevitable de los acontecimientos: como los grandes inventos tecnológicos del último siglo, exigen una política audaz de reconversión en la que los