Señor tiene esa compasión... ¡ Ay, qué triste es llegar a la vejez! ¡Dame una buena muerte, Santa Rita!... Cuando me llegue la hora, claro.» Llaman a la puerta y aunque Anunziata se apresura, cuando asoma al pasillo el viejo ya está abriendo a Simonetta, que le planta un beso en cada mejilla, escandalizando a su tía. A causa de la lluvia, esta vez la chica aparece con un poncho andino. Debajo lleva