en lo alto de un imponente pedestal con alegorías de bronce a los lados. «Esa gorra y esa barba... ¡Garibaldi! ¡Y vaya caballo!... Bueno, algo han hecho los milaneses. Por lo menos se han acordado de Garibaldi, éstos del Norte que le dejaron tirado en cuanto acabó con los reyes de Nápoles... ¡Qué bien lo explicaba el profesor en la partida! Lo mismo que nos dejaron tirados a los partisanos en cuanto nos cargamos a los