su ventana le dio un pasmo: después lo supe. Luego pasó días llorando y preparando ajuar para el convento. Pero ya su padre tenía pensado que yo le hacía falta, que salvaría hasta la senda de la plaza y acabó casandonos... Eso hizo por mí la Salvinia, ¡ fijate qué amor, queriendome tanto ella!... Aún acudí al molino, pero siempre me cerró la puerta; yo sé que tras ella lloraba. Era piedra, ya te