La mira, ve una sombra en esos ojos y, adivinandola por segunda vez, puntualiza: -De ti, Hortensia. Celosa de ti. «Sale Dunka y entra Hortensia», comprende la mujer, mientras sus manos acuden a recibir a esas otras, tendidas hacia ella: -Ahora sí puedo enseñarte... Tú sabrás mucho de guerras y hombradas, pero de esto no... Dejate llevar; de esto las mujeres entendemos mejor. -¿Y qué