crujidos de la cuna al rebullir el niño... ¡Rápido!, si se retrasa un instante Brunettino llegará hasta la barrera maldita y empezará a luchar solo de la única manera que sabe, llorando y aporreando la madera... El viejo acude veloz y abre a tiempo de detener al angelito blanco acercandose ya a la puerta desde la cuna. «No sigas, compañerito; prohibido pasar. Cuando no se puede avanzar se fortifica uno. A eso vengo, a convertir tu