Andrea llega por fin hasta su mesa de trabajo, en el estudio, tras contemplar un momento por el ventanal los dos rascacielos, sus dos modernos obeliscos. Se inmoviliza ante sus papeles y su expresión se suaviza: ha llegado a puerto. -¿ Y eso ? -pregunta ella de pronto secamente señalando el rincón donde, sobre la mesita auxiliar, el viejo instaló la víspera un portalito de Belén. -¿No lo estás viendo? -responde el abuelo con firmeza