En su mar interior refluye la imagen de Dunka: «En un diván no, pero en la cama sí que cenábamos como esa pareja, ella y yo, sin más luz que la luna, por mor de los aviones y las rondas de la Gestapo... La luna resbalando sobre el mar como un camino derecho hacia nosotros... ¿ Para qué más luz ? ¡ Con tocarnos, con besarnos...! ¡ Y cómo nos besábamos, Dunka, cómo nos besábamos