parecer, había transformado. David el torpe. Una sonrisa apenas esbozada se le extendió por dentro en una tierna rememoración del amigo: «Tardaba, pero al fin se daba cuenta.» Desde el principio, desde que Genoveva había iniciado su discurso, Julián sabía que hablaban de torpezas y finuras diferentes. Sabía que cada uno hablaba de su propio David, pero así y todo se sorprendió cuando Genoveva dijo: --En el año sesenta, David no distinguía la seda natural