, descubrió Julián. Las palabras lo golpeaban, y sintió que iban dirigidas a aquella parte de David que habitaba en él, a aquel pasado alegre a que había hecho alusión el hijo pequeño. Le pareció que él estaba ocupando el lugar de David; imaginó escenas semejantes entre ellos dos, David y Genoveva, noches de prolongados silencios, argumentos, cansancios, reproches crueles... Otra vez la sensación de vacío que le había invadido durante la cena, el desolado conocimiento de lo