Habla como si lo sintiera todo usted mismo. El profesor le mira fijamente. La luz del flexible sólo alcanza a su barbilla, pero en lo oscuro los ojos destacan con su claridad azul. Contesta lentamente: -Pues no me felicite, querido amigo: padezco lo mismo que usted. El viejo no se lo esperaba. Se entristece casi más que por sí mismo. -Pero -protesta- usted es muy joven.