sin poder dar un solo paso. No sé qué habría sucedido en aquellos momentos si la cabeza no se hubiera asomado por encima de la tapia y yo no hubiera reconocido en ella a mi amiga. Nos cogimos de la mano y corrimos a buscar un buen escondite. La luna, casi llena, iluminaba el jardín a pesar de la niebla. --No me gusta estar aquí --éstas fueron las primeras palabras de Juana. Yo le hice una señal para que guardara silencio