la manga. No es el evanescente conspirador oteka sino el camarero: como siempre que flipa bajo la influencia del porro, nuestro héroe se había olvidado de pagar su diábolomenta. EN LA PENUMBRA Llegados a este punto, no es preciso admitir que la gama de ocupaciones e intereses del andoba es más bien limitada: callejeos maniáticos, obsesivos, casi perrunos por el Sentier; visitas extravagantes y errátiles a asambleas y morabitos; lecturas poco recomendables, recopilación de recortes de prensa, fantasías