que conoce y ama, en la que no deja de pensar en el curso de sus interminables paseos-- parece impulsarle por sus venas y arterias, orientarle a los centros nerviosos que condensan su ritmo incesante y actividad. Mientras acude a manifestar por Polonia -la martirizada Polonia, objeto ya de sus cuitas y oraciones, cuando vestía calzones cortos y llevaba una cartera a la espalda: una imagen sublime y ridícula para quienes le conocen hoy-, manifiesta en realidad por