, a tres horas de vuelo de París, la sociedad revolucionaria, libre y democrática ha dejado de ser una hermosa quimera, una fantasía desbocada y se ha convertido en palmaria e innegable realidad! Los dos oradores de la tribuna, abandonando su aire de circunspección y reserva, dan un testimonio vehemente y apasionado de cuanto han visto, tocado y oído: la sala ha sido sumergida en una casi completa oscuridad y su dúo de voces comenta con tono profesoral las imágenes que se