. Hostigado por comentarios burlones y risas sarcásticas, me refugio en la sala del museo objeto asiduo de mi revista. El sigue allí, inmovilizado en su pose altanera, pero contemplandome con expresión paternal y benigna: quien a Mí acuda a confiar tristezas y cuitas, será objeto constante de Mi solicitud y protección. Su gorro de mariscal, el pecho cubierto de condecoraciones flamígeras, sus rígidos mostachos rizados, ocultan una remansada ternura, una indulgencia contigua al amor. Es usted