la entrevista y mientras avanzas por el dédalo de pasillos y escaleras que llevan a su despacho abrigas la lisonjera esperanza de un cambio inesperado de estatuto; tu paso de residente Ordinaire -con los atributos de chabacanería, vulgaridad y plebeyez que acarrea- a la categoría superior del ilota asimilado y culto: el Privilégié. Confirmando tus previsiones risueñas, el ujier a quien entregas la hoja te introduce en un pequeño salón con deferencia obsequiosa. Siéntese usted en el sillón, el comisario