telefoneado con frecuencia a médicos y hospitales o acudido ella misma a visitarlos. Una tarde se lo comentó a su hijo: había decidido buscar una clínica para el abuelo, una clínica donde tuvieran los medios y el personal adecuados para asistirle. Allí estaría mejor que en casa y le administrarían un tratamiento eficaz para su enfermedad. Era la única posibilidad que quedaba de curarle, Miguel supo comprenderlo. Pero no era eso lo único que su madre quería decirle