silla y emitió un largo suspiro. Parecía fatigado. El día siguiente era domingo y Miguel y su madre estuvieron en una cafetería tomando el aperitivo. Ella le preguntó si se sentía alegre ahora que ya estaba prácticamente curado y el niño asintió sonriendo, aunque en su interior se decía que aquel momento, el de la primera salida después de tantos meses, no le resultaba excepcional ni gozoso, era como si en su encierro hubiera perdido toda nostalgia del mundo exterior. Aquel día