tan generoso como para apiadarse de un pecador como tú!». El niño se decidió a asomarse y la vio en el suelo, haciendo penosos esfuerzos por levantarse. Junto a ella estaban los fragmentos del vaso que había arrastrado en su caída. La cocina estaba iluminada con tubos de neón y la luz blanca resaltaba las arrugas de su rostro y le confería un tinte grisáceo. Su pelo y sus ropas estaban en desorden. «Tiene un aspecto horrible, de
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ARRASTRARI - Llevar por el suelo, llevar consigo al marcharse.