ellos contra esas injusticias. El hombre de las barbas dijo en tono concluyente hay que organizarse, debemos participar todos en esta batalla por la libertad, y Miguel, emocionado, estuvo a punto de gritar ¡bravo! y de aplaudir. El hombre le miró un momento, y eran tan gruesos los lentes de sus gafas que el niño pensó que detrás de ellas no había ojos sino cabezas de alfiler.
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