manta de siempre, adelgazada ya por medio siglo de uso. Imposible abandonarla; es su segunda piel. Le ha protegido de lluvias y ventiscas, ha sudado con él las mejores y peores horas de su vida, fue incluso condecorada con un agujero de bala, será su mortaja. -¿Necesita algo más? -pregunta al fin Renato. Necesitar, necesitar... ¡Todo y nada! Le sobra cuanto ve y, en cambio, ¡desearía tanto! Le