Cargados de hierro y, encima, empuñando espadones como lanzas. ¡Y las mazas esas! ¡ Qué bien sonarían en el casco al aplastar una cabeza!... ¡Si nos dejasen una al Cantanotte y otra a mí, acababa yo con mis penas! Yo amarrado a una silla, desde luego: juego limpio... Como aquellos tíos, ¡ vaya guerreros! ¡Buena cuadrilla de leñadores se formaba con gente así! En cambio, estos milaneses de ahora... ¡