de vino y dijo: --No. Al Sur, no. A Madrid. La madre siguió comiendo, tranquila y seria. Sin levantar los ojos del plato, preguntó: --¿Tu hermana otra vez? --Sí --admitió el padre, y añadió--: Me parece que es una buena ocasión para que David conozca Madrid y visite a los únicos primos que tiene. La madre, sin alterarse, sin levantar la voz, sin dejar de comer,