dieciséis años. Callan, atentos al silencio como si una invisible presencia hubiera de decir la última palabra. -Aún no he oído ese máximo, profesor -insiste al cabo el viejo. -Se lo diré porque usted se lo merece, pero sin seguridad: nueve o diez meses; no creo que un año... Y no me pregunte el mínimo porque ése es cero. Para usted, para mí y para todos.