nos, el viejo desdeña a los frívolos napolitanos, pero ella ¡es tan diferente! Después de todo, Amalfi ya está fuera del golfo. Va amainando la lluvia sin que se den cuenta. Fuera es otro mundo. Las palabras languidecen porque en el sillón el viejo, alentado por ella, se duerme poco a poco. Una cabezadita, nada. Su último pensamiento, antes de rendirse al sueño, es que Brunettino, acunado en sus viejos brazos, sin
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LANGUIDECER - Perder el ánimo y las fuerzas. Debilitarse