siguió de pie, a su lado, y le contemplaba con curiosidad y algo parecido a la simpatía o el afecto. --Al señor le gustaba mucho el café --dijo, y añadió--: A Genoveva, no. Ella prefiere el té... Julián se sirvió una taza, y con la promesa del líquido humeante desapareció la última sensación de frío. --Un buen café cargado --se creyó en la obligación de decir. El ama sonrió agradecida e hizo un ademán