sememe Pilarín Cañete --repliqué. Consultó un organigrama lleno de borrones y tachaduras, me repasó con una mirada en la que se aunaban furor y sarcasmo y dijo: --Ah, sí. Te estábamos esperando. Yo hice como que no reparaba en el tuteo, rellené un formulario que, una vez verificado escrupulosamente por el recepcionista, fue a dar a la papelera y extendí la mano para recoger una llave encadenada a una porra que aquél me tendía. Antes de