brotaba el manantial en un hoyo clarísimo, donde el agua rebosante sólo se dejaba notar por las ondulaciones del afloramiento. Ya se podían comer las uvas y aunque las tardes, lentas y doradas, eran todavía de verano, los crepúsculos derramaban ya una otoñal melancolía. El pueblo había descansado de la cosecha y se aprestaba para la otra gran faena en la rueda del año: la vendimia. «¿Por qué recuerdo aquello, Brunettino, como si estuviera allí cuando joven?
SON:110.26
DERRAMAR - Dejar o hacer salir un líquido de su contenedor (normalmente, aplicado a la sangre y a las lágrimas)