selo la mirada orgullosa que siempre tuvieron cuando posaban sus ojos en mí: "No podía ser de otro modo, Angelina tenía razón, se está haciendo justicia." A la muerte de mis padres, supe que la única forma de honrarlos era seguir mi carrera y por eso vine a estudiar a París. Eramos muchos los rusos que arribábamos a la Gare du Nord. Diaghilev viajó el mismo día que yo y Zadkin tomó el tren una semana antes. Veníamos