; toda la vida no ha tenido sino patrones." --Dame al niño, Hilaria --ordenó Mónica. Aún más estorbóse con el envoltorio entre los brazos, la joven no dejaba de mirar hacia la puerta blanca que aventaba hacia adelante y hacia atrás, en perpetua resaca, al letrero "Silencio". Se abalanzó sobre el primer doctor de pijama blanca a la vista. --Doctor, por favor, traigo un niño que se está muriendo. El doctor