la silla de bejuco y salió con su aire cansado de hombre que escucha las desesperanzas de los demás. Mónica cogió las sábanas de su cama de muñecas. Era aquello lo que más se parecía a cosas de niño de que pudiera disponer. Las llevó al cuarto de Rosa y envolvió al niño de verdad. Rosa la miraba hacer, atenta como una perra que súbitamente reconoce al cachorro. El niño, tan a la mano, parecía una pobre maraña de tejidos, de
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DISPONERII - Tener. Servir(se) de algo o de alguien usándolo como si fuera propio.