la que la noche anterior, poco antes de ser vencido por el sueño, llamó suavemente a su puerta. Lo que si sabía con certeza es que aquella mañana se había transformado, parecía otra. Consciente quizá de que el tiempo volaba, de que sin darse cuenta la hora de su partida estaba a punto de llegar, aquella mañana le dedicó a Jano desde el principio una atención natural, contenidamente fervorosa. ¿Actuaba así después de haberse visto sorprendida en el