tese a comer bajo la fronda de los tamarindos. El único sobresalto imprevisto lo causó el novio en la mañana de la boda, pues llegó a buscar a Angela Vicario con dos horas de retraso, y ella se había negado a vestirse de novia mientras no lo viera en la casa. "Imagínate --me dijo--: hasta me hubiera alegrado de que no llegara, pero nunca que me dejara vestida." Su cautela pareció natural, porque no había un