dos tazas de café con leche y un plato de tostadas, lo que indicaba que se proponía hacerme partícipe del desayuno y, por inferencia, de su confianza, encendió un cigarrillo y me dijo que empezara a comer mientras se vestía. Desapareció en el dormitorio y, mientras daba yo cuenta voraz de mi parte alícuota, se puso, como pude comprobar cuando emergió, un sencillo vestidito primaveral de azulados tonos y unas medias y zapatos de tacón que con aquél a las