abriré desde arriba. ¿Lo ha entendido bien? --Don Plutarquete, tenga mucho cuidado: es gente peligrosa. --Ya lo sé. Cinco minutos. Transcurrido el plazo prescrito por el anciano, nos despedimos del dueño del bar deseandole grandes éxitos comerciales y felicitandole por su boda, y fuimos a apostarnos en un quicio desde el que podíamos espiar los movimientos de los ocupantes del coche sin ser vistos. A pesar de la distancia, de la oscuridad y