le ser nuevo y, casi me atrevería a decir, un ejemplo de rectitud, comedimiento y buen juicio. Lo que ocurría es que, consciente de haberme rehabilitado, juzgando por ende innecesario prolongar el encierro prescrito por los tribunales y deseando gozar por fin de una libertad a la que me consideraba merecedor, no podía evitar que en ciertas ocasiones me traicionase la impaciencia y la emprendiese a palos con algún enfermero, destruyese artículos que no me pertenecían y tratase