los bares de Barcelona y muy particularmente en los que estaban cerrados a las cuatro menos cuarto de la madrugada. El policía de turno, que se había marchado al principio de esta jeremiada, volvió a entrar y anunció que un señor deseaba hablar urgentemente con el comisario. Quizá pensando que no le vendría mal tener a alguien sobre quien descargar sus iras, el comisario dijo que hicieran pasar al hijo de puta que se atrevía a importunarle y así fue como consiguió audiencia a