mis facultades, de todo mi instinto de conservación, y me escapé. Al fin conseguí algo que roza los bordes de lo imposible. Pero no pienso enviar memoria alguna a ninguna universidad, sino emplear mi esfuerzo y mi privilegio en vengarme de ti. Después de haber salvado la vida, bien podías habernos dejado en paz. Por el contrario, fuiste nuestra perdición. Ahora, ten por seguro que la única superviviente --¡hasta cuándo!-- habré de ser