, es decir, del urbanita forzado que sigue alimentandose, incluso literalmente, de sus raíces campesinas. No muy distinto, al menos hasta la próxima generación, de aquellos paisanos que venían cada mañana a patas á vila para vender lo arrancado a la tierra o el mar, y eran requeridos desde un balcón de rejería por la señora que había estudiado Urbanidad, desde luego mayúscula: "Hombre rústico, hombre rústico, ¿en cuánto cifra el precio de los frutos ganados
3VO:016-1.1-17
VENDER.1 - Dar [una posesión] a cambio de una cantidad de dinero