? --preguntó la Emilia. --Como sea --dije yo. Capítulo vigesimoquinto ¿NUCLEAR? NO, GRACIAS JUNTO a la ventana había una escotilla provista de un gigantesco pasador y en todo similar a las que en las carnicerías se usan para conservar en frío los filetes hasta que aparezca alguien que pueda costear su precio exorbitante. Levanté el pasador sin mayor problema, abrí la escotilla y nos introdujimos en la sala de máquinas. Una vez allí caí en la cuenta de que