me fuerza a seguir los impulsos más insensatos y las más nocivas tendencias naturales... Maldije, pues, mi suerte con expletivos que no reproduciré, abandoné mi observatorio, deshice lo andado y, para no molestar, entré en el piso usando la ganzúa. María Pandora yacía en el sofá cubierta con el edredón. Ruido de cacharros me indicó que la Emilia estaba en la cocina. También ella debió de oírme, porque asomó la cabeza, vio que era yo y me