elevación de salarios, menos horas de trabajo, etc. El gobierno se negó a discutir, siquiera, estos temas. Las huelgas se extendieron. Se encarceló a Kuron y a otros quince miembros del KOR. Medio millón de trabajadores se unieron al movimiento encabezado por Walesa. El 30 de agosto el gobierno aceptó las demandas de los huelguistas. Entre ellas, algo inaudito: el derecho de los trabajadores a formar sindicatos independientes y el derecho de huelga. Fue un gran triunfo.