. Está allí, el cuerpo. No busca el jersey, ni siquiera con la mirada. Inclina la cabeza apoyando la nuca en el borde superior del respaldo. El techo es gris. Gris. El fondo regular del techo le tranquilizó. Era la superficie más pura de la habitación. No tenía una sola grieta, irregularidad o desnivel. Perfecto, igual, de tonalidad uniforme, era una imagen balsámica que ayudaba a desprender de su cuerpo el peso de la fatiga.