Guadalupe Rivera recoge su vestido en torno a sus piernas. A María Félix le brillan los ojos, le brilla el pelo, le brilla un puma de diamantes sobre el hombro, sonríe como puma, es de Cartier, ojalá y mordiera, ojalá y alguien enloqueciera en esta cena ceremoniosa y un tanto provinciana. Es culpa de los meseros diputados que hacen que las cosas se acorrienten, se parezcan al Casino Militar; también deambulan bajo las arcadas de Minería, militares de paño