? --A tía Pilar, pero en compensación le daremos a Inés las dos sillas de pera y manzana. Era bueno hablar de los muebles; parecían confesionarios en donde nos vaciábamos de piedritas el alma. Hablar de ellos era ya poseerlos. En el fondo de cada uno de nosotros había una taza rencorosa, un plato codiciado de Meissen, un pastorcito de Niderwiller "que yo quería y estaba en otro lote". A pesar de que todos éramos herederos, y