de gorgoteo. La ausculté de nuevo y sentí un arcano fluir en donde debía de estar la tráquea. --¿Vivirá? --dijo la Emilia. --No lo sé --dije yo. --¿Qué crees que le ha sucedido? --Que ha ingerido un veneno. El frenazo de un coche en la calle me hizo dar un respingo. --Sigue con toda meticulosidad mis instrucciones --dije precipitadamente--: prepara un vomitivo y házselo tragar. Cuando haya