cuyo techo estaba surcado de tuberías agrietadas y en cuyas paredes se alineaban contadores de agua, gas y electricidad; había también allí unas turbinas que supuse serían el motor del ascensor, multitud de enseres inservibles y bolsas negras de basura. Subimos luego por unas escaleras resbaladizas y angostas y salimos por una puertecita a un patio poblado por una legión de gatos que huyeron maullando ante nuestra presencia y donde debían de desaguar los lavaderos de la vecindad, porque tuvimos que vadear charcos de espuma