. Clotilde Armenta sufrió una desilusión más con la ligereza del alcalde, pues pensaba que debía arrestar a los gemelos hasta esclarecer la verdad. El coronel Aponte le mostró los cuchillos como un argumento final. --Ya no tienen con qué matar a nadie --dijo. --No es por eso --dijo Clotilde Armenta--. Es para librar a esos pobres muchachos del horrible compromiso que les ha caído encima. Pues ella lo había intuido. Tenía la certidumbre de que los hermanos