los pulgares también, bajo la barbilla. Nada más... ¿adónde miraba, en ese momento, a dónde? Nada más. Un esfuerzo, un esfuerzo terrible, el dolor de los brazos, se tensa, se agita sin soltar los apoyos, cree que va a arrojar, esta vez tampoco. No grita. --No vayas a gritar --se dice-- no vayas a gritar. Apenas si tiene tiempo para erguirse. El dolor se crispó repentinamente, rebasó